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EL LOBO
La evolución de la naturaleza a lo largo de los siglos ha ido estrechamente
ligada a la evolución de la sociedad humana en el momento en que esta
se estructura y es capaz de modificar su entorno en beneficio propio. Las grandes
obras de ingeniería desde la antigüedad, la necesidad de zonas de
cultivo en detrimento de la masa forestal, la recolección creciente de
materias primas, o las necesidades de defenderse del mismo hombre o de otras
especies, han sido alguna de las causas de esta profunda modificación
de la naturaleza y de las especies y hábitat que la forman.
Uno de los grupos de especies
que más ha sufrido la acción directa del hombre, fundamentalmente
por ser considerado como un competidor suyo, es sin duda el de los carnívoros.
Una de estas especies es la del lobo (canis lupus), que ocupa la mayor parte
de hábitats del hemisferio norte, extendiéndose actualmente por
Europa, Asia, América del Norte, desde Méjico a Alaska, y Groenlandia.
El lobo pertenece a la familia de los cánidos, y dio lugar con el paso
del tiempo y la convivencia con el hombre al perro doméstico, con el
cual en ocasiones se puede llegar a cruzar y dar híbridos que pueden
ser fértiles. Morfológicamente, el lobo es un animal de medida
media que suele hacer unos 100-135 cms. de longitud sumando la cabeza y el cuerpo,
mientras que la cola puede llegar a los 30-56 cms. Con respecto al peso, se
dan variaciones importantes atendiendo al lugar dónde viven, puesto que
cuando más al norte, y por tanto más frío hace, los lobos
son más corpulentos y pesan más, siguiendo la denominada regla
de Bergman. El peso oscila entre los 25 y 67,5 kgs. Si bien en las poblaciones
mediterráneas (Italia y Península Ibérica) el peso es menor,
entre los 28 y los 35 kgs. con un máximo de 46 kgs. en algunos machos,
que siempre son más grandes que las hembras. La coloración también
es variable y va desde el blanco del lobo siberiano, al negro del americano,
aun cuando las tonalidades más frecuentes en la especie son las grises
y las marrones.
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Vive en grupos de diferente medida, generalmente entre 5 y 10 animales, y dónde
sólo la pareja dominante se reproduce. Esto hace que los jóvenes
nacidos en el grupo tengan que marchar cuando quieren procrear, y se transforman
en individuos erráticos hasta que se establecen en un nuevo territorio
dónde pueden fundar un nuevo grupo. Los territorios suelen ser de 100
a 500 kilómetros cuadrados, dependiendo de las disponibilidades alimentarias
que consisten en presas vivas, cadáveres o desechos. La hembra pare en
la primavera entre 3 y 6 cachorros, que saldrán de la madriguera a las
seis o siete semanas y empezaran a participar en las cacerías a partir
de los cinco meses.
El lobo en Europa
En el conjunto de
Europa, el lobo padeció numerosas persecuciones que menguaron mucho
sus poblaciones haciéndolo desaparecer de la mayor parte de los países
occidentales con excepción de las penínsulas ibérica y
itálica. En la parte oriental sobrevivió a la antigua URSS y distintos
países del Este. Actualmente la distribución del lobo en Europa
presenta tres grandes núcleos:
Países mediterráneos: Portugal, España, Grecia y Italia.
Países nórdicos: Finlandia, Noruega y Suecia Países orientales:
Bosnia, Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania, Eslovaquia, Hungría, Macedonia,
Polonia, República Checa, Rumania, Servia y la antigua URSS.
A estos países hace falta añadir Alemania, Francia y Suiza, recolonizados
hace pocos años a causa de los desplazamientos de animales procedentes
básicamente de las poblaciones estables existentes en los Abruzzo italianos.
Esta expansión natural de la especie es debida en buena parte al incremento
de las poblaciones de sus presas naturales, como los ciervos, corzos, muflones
y jabalíes. También tiene que ver la práctica erradicación
de los venenos y la aplicación de nuevas políticas de conservación
a nivel europeo.
En la Península Ibérica el hombre siempre ha convivido con el
lobo en zonas como Castilla-León, Galicia, Cantabria y Asturias, dónde
ganadería y turismo han sabido adaptarse a su existencia y evolucionar
juntos con el tiempo. A partir de los años 70 hay una expansión
y recolonización de territorios en Álava, Vizcaya, La Rioja y
Guadalajara, con apariciones esporádicas en Aragón. También
queda un pequeño núcleo aislado en Sierra Morena, en Andalucía.
El lobo en Cataluña
No hay demasiados datos sobre las antiguas poblaciones de lobo en Cataluña
y las únicas existentes se basan en algunos relatos, encuestas o a las
estadísticas de capturas realizadas y el precio cobrado por exterminarlos.
Así, por término medio se capturaban 0'6 lobos/100 kilómetros
cuadrados entre los años 1788 y 1852 en las comarcas de Girona, mientras
que en las de Lleida, entre el 1788 y el 1799, las capturas eran de 0'8 lobos/100
kilómetros cuadrados. La práctica extinción de los grandes
ungulados como el ciervo y el corzo, sus presas naturales, durante los siglos
XVIII y XIX hizo crecer la incidencia del lobo sobre los rebaños domésticos,
y hizo más fuerte aun su persecución. Con respecto a la extinción,
esta sucede en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, las últimas
capturas documentadas se producen en Horta de San Joan (Terra Alta), en el año
1924, y en la misma zona, el 1935. A partir de aquí el lobo desaparece
en Cataluña.
En el año 1999 se publica la noticia de la
aparición de un lobo en la Cataluña Norte, en el Macizo de Madres,
cerca de la frontera. Este hecho y la buena relación con guardas y técnicos
franceses hace que a partir del intercambio de datos entre los compañeros
franceses y los guardas y técnicos de las Reservas nacionales de caza
del Cadí, de la Cerdanya y Alt Urgell y del Parque Natural, se inicie
en estos territorios en el año siguiente un seguimiento exhaustivo de
la presencia de posibles depredadores salvajes. A este seguimiento se añaden
en el año 2002 los agentes rurales.
La siguiente noticia de un lobo en nuestro país se da casi setenta años
después cuando el honorable conceller de Medio ambiente y Vivienda, Salvador
Milà, comunica en una rueda de prensa hecha en las oficinas del Parque
Natural, en Bagá, el 12 de febrero de 2004, el descubrimiento de indicios
científicos de la presencia de un ejemplar de lobo dentro del Parque
Natural del Cadí-Moixeró. La confirmación se hace a partir
del análisis genético de dos excrementos de cánido, uno
de los cuales da positivo de perro y el otro de lobo. Esta analítica
indica que el lobo localizado está emparentado genéticamente con
la población de lobos italiana y no con la ibérica. De hecho el
Parque Natural se encuentra equidistante entre ambas poblaciones originales.
En poco tiempo la Dirección general del Medi Natural crea una Comisión
Técnica de Seguimiento del Lobo, estableciendo los protocolos necesarios
para la recogida de datos sobre rastros, posibles ataques y evaluación
de daños, apoyo a los ganaderos y relación con las administraciones
locales y comárcales. Hace falta destacar que en Catalunya el lobo no
es una especie cinegética y por lo tanto no se puede perseguir ni capturar.
El lobo en el Parque Natural del Cadí-Moixeró
Aun cuando muchas personas piensan hoy en día que el lobo es un advenedizo
que no había existido antes por estas comarcas, la memoria histórica
demuestra que el lobo era bien presente en las montañas del Parque, como
lo confirman topónimos, historias, leyendas, documentos y la misma tradición
oral.
Muchos son los lugares asociados con este animal. Por ejemplo la casa de "Matallops"
(Bagà) el "Collet del Llop" (Castellar de n'Hug), el "El
Forat del Llop" (Saldes) o el "Planell del Llop" (Bescaran).
También hay una gran riqueza de historias y leyendas sobre él
explicadas a Gósol, Cava o San Julià de Cerdanyola. Leyendas que
curiosamente se parecen mucho a las que se cuentan en otras regiones y países,
algunas de ellas nacidas en la edad media.
El seguimiento de depredadores realizado a lo largo de los últimos 6
años ha permitido recoger datos no sólo del lobo sino, además,
sobre la presencia de perros asilvestrados, que persiguen a la fauna salvaje
como corzos, rebecos y liebres, y que también persiguen, vacas o caballos,
provocando diferentes daños. La detección de excremento de lobo,
en el otoño del 2003, ha permitido confirmar la recuperación de
esta especie con la aparición de este único ejemplar, emparentado
con la población italiana y procedente de Francia, dónde desde
los años 80 se da una expansión de las poblaciones de lobo. El
porqué de la presencia de este animal divagando puede deberse al buen
estado de nuestros hábitats y a la abundancia de presas salvajes, así
como a la proximidad de grupos más o menos establos de lobos en Francia.
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A lo largo del 2004 se han identificado algunos rastros, se han hecho un par
de observaciones a cierta distancia de un posible lobo y se han recogido diferentes
excrementos que se analizaran. También se han constatado un total de
8 ovejas y 1 cabra muertas por algunos depredadores que podrían atribuirse
al lobo, después del análisis de los técnicos del Parque.
La ayuda a los ganaderos para la construcción de 4 cercados para los
rebaños de ovejas, la donación de perros protectores para los
rebaños, la tramitación de indemnizaciones por daños de
fauna protegida y la estrecha colaboración establecida con los ha ayudado
a reducir las posibles incidencias sobre los animales domésticos. Línea
de trabajo que se prevé continuar en el futuro.
Actualmente se sigue con los trabajos de seguimiento de depredadores, con especial
incidencia sobre los rastros potenciales de lobo. Cualquier dato proporcionado
por los guardas, vecinos o visitantes es recogida, analizada y tratada por tal
de poder conocer mejor la evolución de esta especie y detectar en el
futuro la posible aparición de nuevos ejemplares divagantes.
La reaparición del lobo es un proceso natural que hace falta incluir
en la mejora de nuestro medio ambiente. Sin duda es importante suponer la presencia
de un depredador capaz de regular las poblaciones salvajes de ungulados como
el jabalí, el rebeco o el corzo, eliminando a los individuos más
débiles y enfermos. Es también una oportunidad por seguir haciendo
compatible la actividad humana dentro y en el entorno del Parque con el respeto
a nuestro patrimonio natural, incluso el lobo, con la ayuda a los ganaderos
para adaptarse a la nueva situación, y con la colaboración de
todos los colectivos, instituciones y personas que habitan o visitan estas montañas.
Jordi Garcia Petit
Biólogo y naturalista.
Director del Parque Natural del Cadí-Moixeró.
Director de las Reservas Nacionales de Caza del Cadí y de la Cerdanya-Alt
Urgell.
Miembro de la Comisión Técnica de Seguimiento del Lobo en Cataluña.