PERFIL PSICOLÓGICO
El Perro de Montaña de los Pirineos es un can muy interesante bajo todos
los puntos de vista. Pero en el aspecto psicológico es un fuera de serie.
La orografía pirenaica le ha moldeado no solo en el aspecto físico
sino también, y de una manera muy especial, en el aspecto temperamental,
de toma de decisiones, extrema complicidad con lo que considera suyo o de lo
que no lo es pero que está bajo su responsabilidad el protegerlo. Su
genoma esconde un potencial psíquico espectacular. Nosotros, los humanos,
solamente debemos moldearlo con la debida sociabilización para encarrilarlo
hacia las funciones que deseemos.
En los últimos años se viene acuñando, cuando nos referimos
al género humano, distintos tipos de inteligencia. Una de las más
importantes y que tiene que ver con la capacidad de un desenvolvimiento óptimo
en la trayectoria vital de una persona es la "inteligencia emocional".
Sin embargo, este tipo de inteligencia no sólo es patrimonio del "homo
sapiens"; en cierto modo también la podemos atribuir a nuestro queridísimo
Montaña. Efectivamente, diríase que él tiene los recursos
suficientes para hacer frente a cualquier circunstancia que se le presente en
los dos campos básicos de su actuación: el rebaño ovino
y el rebaño humano. Ya sea en uno u otro campo las decisiones que en
cada momento tomará, cuando esté guardando, no serán fruto
de la improvisación. A cada decisión le precederá un mecanismo
intuitivo almacenado en su genoma, o una reflexión que tendrá
en cuenta una serie de parámetros para que la respuesta sea la más
acertada acorde con la circunstancia del momento.
De esta idiosincrasia derivan toda una serie de cualidades: es muy inteligente,
afectuoso, flemático, cariñoso, noble, orgulloso e insobornable
y sobre todo muy observador y equilibrado. Sin embargo, no es un perro que nos
esté pidiendo constantemente mimos y lisonjas, pero no duda en demostrarnos
su afecto, amor, ternura y estima cuando lo considera oportuno. No obstante,
cuando ha tomado la decisión de defender lo que está bajo su responsabilidad,
es un torrente extraordinario de energía, fuerza, vigor y seguridad en
sí mismo.
El Perro de Montaña de los Pirineos, conserva y sigue las pautas de comportamiento
de los animales salvajes en cuanto a no despilfarrar su energía. Ello
es lógico: es una de las razas más antiguas que se conocen lo
que le acerca a sus congéneres salvajes; durante miles de años
su única actividad ha sido estar en contacto con una naturaleza, la mayoría
de las veces, extremadamente hostil como lo es la alta montaña, en donde
la divisoria entre la vida y la muerte depende, muchas veces, de las reservas
energéticas de cada ser; si la alimentación de las personas a
las que servía, tenía generalmente muchas carencias, nos podemos
imaginar como era la suya...., lo que le obligaba a optimizarla en extremo.
Las largas estancias en los prados de altura guardando y protegiendo rebaños,
muchas veces sin pastor, ha configurado su carácter independiente. En
la toma de decisiones a que nos hemos referido en los párrafos precedentes
no influye para nada el pastor; las órdenes de éste van dirigidas
solamente al perro de "conducción" de rebaños o perro
de carea. Sin embargo, cuando el Montaña ha sido sociabilizado para vivir
en el "rebaño humano", esta independencia de carácter
únicamente la demuestra cuando asume el rol de protección. En
los demás casos, es muy dependiente de la familia que le ha acogido y
se desvive para complacerla adaptándose con suma facilidad a sus hábitos
y costumbres. Además, tiene una especial predilección hacia los
niños, a los cuales, los toma como sus protegidos.
No obstante, es muy importante que en su sociabilización y en la educación
y adiestramiento posterior, se tenga en cuenta que siendo un animal de manada,
es necesario marcarle su lugar en la jerarquía de la familia de manera
que desde el principio él tenga asumido su papel en la misma.